Esta casa goza de una iluminación natural privilegiada, además de un paisaje cercano y lejano muy interesante, la proximidad de las montañas se siente en la topografía del terreno y la ciudad de Santiago se despliega inmensa hacia el sur poniente.
De lo sugerente del entorno nacen las directrices que ordenaron el proyecto. El ingreso peatonal a la casa se hace a través de un recorrido donde el sonido del agua acompaña el ascenso. La piedra, el acero cortén, la madera, los hormigones a la vista, el mármol travertino, son las texturas que nos reciben y que están presentes en toda la casa.
En el interior, una galería de doble altura que se estructura como la columna vertebral del proyecto, distribuye y relaciona los espacios.
La pendiente del terreno permitió desarrollar la casa en tres niveles, el de la calle que se traslada a un subterráneo, el que recibe un piso más arriba y se abre al jardín y otro más íntimo desde el que se aprecia en pleno la cordillera.