Trabajar en esta restauración ha sido un desafío muy interesante, hemos tomado una casa abandonada, que al avance de las obras ha ido recuperando con fuerza su noble arquitectura y regalándonos con sus espacios y su paisaje, una obra de gran calidad que hoy vuelve a lucir su antigua estampa.
La casa data de 1889, presentaba sectores en muy malas condiciones, áreas que debieron demolerse por su precario estado o porque fueron ampliaciones hechas con posterioridad a la casa original y que no armonizaban con su arquitectura.
El amor por la vida en el campo, llevó a sus nuevos propietarios a tomar la responsabilidad de restaurarla. Su estructura de nobles maderas, fue un detonante. El antiguo parque donde las palmas chilenas, ombúes y encinos se destacaban, sirvió de inspiración para un gran trabajo de paisajismo y el parque se limpió de años de olvido.
Los antiguos muros rellenos de ladrillos de adobe que estaban en malas condiciones se reemplazaron con nuevos muros de madera revestidos en “quincha”, estuco de barro y paja.
En la restauración, se mantuvieron las terminaciones originales, los pisos de madera y baldosas decoradas, entablados de cielos, cornisas, guardapolvos, endolados de madera, basas, pilares, sopandas y rejas. Se cuidaron los detalles para respetar su armonía.